Como pequeñas hormigas que nunca se detienen, centenares de turistas y veloces residentes llenan de vida a diario el intercambiador de la Zona Cero de Manhattan, diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava. Pocos prestan atención ya al sobrecoste pagado por la ciudad para levantar este gigante, casi 4.000 millones de dólares frente a los 2.000 inicialmente previstos, y que abrió sus puertas hace seis meses.El ritmo de unos y otros es diferente en este centro neurálgico de la ciudad donde convergen 11 líneas de metro, el tren que cruza el Hudson para comunicar Nueva York con el vecino estado de Nueva Jersey y un centro comercial con más de un centenar de tiendas repartidas por el laberinto de plantas y escaleras mecánicas. Mientras los visitantes hacen cola para tomar fotografías desde los balcones de la paloma -como describió Calatrava la estructura de la estación- los residentes cruzan el vestíbulo principal a la carrera, sin prestar atención a la tienda de Apple o al local de Dior que aún está por abrir.
La paloma de Calatrava vuela más alto aún tras la apertura a mediados de agosto del Oculus Mall. Un centro comercial "totalmente integrado en el intercambiador del Lower Manhattan", según destacaba la compañía Westfield que gestiona el espacio comercial. Más de un centenar de marcas como Tous, Kiko, Hugo Boss, John Varvatos, Mac, Bose o Forever 21 han alquilado un pedazo del intercambiador. La empresa estima que alcanzarán unas ventas anuales de 1000 millones de dólares (unos 891 millones de euros) anualmente y que visitarán el centro comercial unos 100 millones de clientes.
Dada la ubicación del Oculus, en el lugar donde se levantaban las Torres Gemelas hasta que fueron derribadas en el atentado terrorista del 11-S en 2001, Calatrava subrayó durante su apertura en marzo que "el edificio es un monumento a la vida. Un símbolo a la fe en el futuro de esta ciudad, dedicado a sus ciudadanos y por extensión al mundo".Además de la faceta comercial, el intercambiador acoge celebraciones con fondo social. Esta semana está dedicada a ayudar a los veteranos. El próximo 16 de octubre está previsto que se celebre una jornada de meditación masiva. Parte del coste de la entrada será destinado, según sus organizadores a la fundación HEART 9/11, formada por varios equipos de primera respuesta ante cualquier desastre.
Fuente: El mundo
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