Para quienes piensan que el tiempo es dinero, la simple idea de dejar que los minutos transcurran sin hacer nada puede parecerles una locura increíble. Sin embargo, el tiempo no es dinero, el tiempo es vida, y quizá deberíamos replantearnos cómo lo estamos utilizando. ¿Es tan terrible perder el tiempo?
No debemos sentirnos culpables por “perder el tiempo”, pero la cultura de la productividad nos obliga a ello
Productividad, eficacia y procrastinación
Palabras como productividad, eficacia y procrastinación no solo se han insertado exitosamente en nuestro léxico, sino que también se han hecho un hueco en nuestra manera de pensar, determinando cómo organizamos nuestra jornada y, lo que es aún peor, cómo nos sentimos al respecto.
Perseguimos frenéticamente la productividad, hasta tal punto que no logramos descansar de verdad. Mientras damos un paseo, nos tomamos un día libre o incluso mientras leemos o vemos una peli, nuestra mente se mantiene ocupada en las cosas que deberíamos estar haciendo. Así terminamos abrumados por la culpa.
Sensación de culpabilidad al perder el tiempo
Para exorcizar esa sensación de culpabilidad, recurrimos a la peor estrategia posible: navegar sin rumbo por internet o sumergirnos en maratones televisivos. Eso mantiene nuestra mente relativamente ocupada, pero no contribuye a nuestra productividad y menos aún a la felicidad.
Muchos genios sabían que perder el tiempo es tan importante como aprovecharlo trabajando
De hecho, una encuesta realizada por Netflix reveló que el 76% de sus usuarios reconocen someterse a maratones de series como un remedio para escapar de sus vidas ocupadas. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Texas descubrió que los maratones televisivos están relacionados con la soledad y la depresión: no nos hacen más felices ni nos ayudan a desconectar de verdad.
Perder el tiempo es tan importante como aprovecharlo
Grandes personajes como Charles Dickens, Gabriel García Márquez y Charles Darwin seguían horarios bastante relajados, trabajaban cinco horas al día o menos. Se dice que Albert Einstein necesitaba dormir unas 10 horas e incluso tomaba pequeñas siestas.
Muchos genios sabían que perder el tiempo es tan importante como aprovecharlo trabajando. Eran conscientes de la importancia del descanso, la relajación y el sueño, ya que en esos momentos se activa en el cerebro la red neuronal por defecto que es, precisamente, la que se pone en marcha para producir las ideas más originales y creativas.
Ser más productivo no significa trabajar más
Por tanto, debemos deshacernos de la creencia de que la productividad es sinónimo de trabajar más. Los estudios realizados por la OCDE muestran que en los países más prósperos y productivos se trabajan menos horas. En 2016, Alemania lideraba la lista de productividad en la Unión Europea, pero sus trabajadores dedicaban una media de 1.363 horas, mientras que en España se trabaja una media de 1.695 horas anuales pero la productividad es más baja.
Descansa, desconecta, haz algo que te haga dejar de pensar en el trabajo. Solo así podrás mejorar tu productividad
Relajarse de verdad, desconectándonos por completo del trabajo y dedicándonos a actividades regeneradoras, como la terapia del bosque, o simplemente disfrutando de buena música sin hacer nada, nos permite deshacernos del cansancio mental,desarrollar un estado emocional más positivo y recuperar nuestro equilibrio psicológico.
Descansar nos permite pensar mejor y ser más creativos
Descansar también nos permite adoptar nuevas perspectivas para hallar mejores soluciones a los problemas. Un estudio realizado en la Universidad del Sur de California desveló que tomamos mejores decisiones cuando estamos relajados ya que podemos sopesar con mayor objetividad los pros y los contras de la situación en la que estamos inmersos. Por tanto, ahora ya lo sabes: cuando no haces nada, en realidad te estás haciendo un enorme favor.
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